Lorenzo Homar, Unicornio en la isla, 1965. Colección: Museo de Arte de Puerto Rico.
[spacer height=”20px”]Cuando Lorenzo Homar decidió vender los primeros ejemplares de su obra Unicornio en la Isla (1965), basada en el poema de Tomás Blanco, la valoró en 125 dólares por pieza, debido a que el libro de poemas de Blanco editado por el Ateneo Puertorriqueño (1964) costaba, en aquel entonces, un dólar con veinticinco centavos.
Esta información, aparentemente nueva, no lo es, pues aparece en una entrevista realizada por Luis Cancel, ex director ejecutivo del Museo del Bronx en Nueva York, el 27 de octubre de 1997. La entrevista es parte de una colección de grabaciones del proyecto Archives of American Art’s Puerto Rican Artists Video Project, subvencionadas por el programa Smithsonian Institution’s Latino Pool Fund. Las mismas se encuentran depositadas en el Smithsonian Archives of American Art para referencia de todos. Se incluyen entrevistas de otros artistas y gestores culturales importantes de la generación del 50 y del 60, tales como: José Antonio Torres Martinó, Myrna Báez, Edna Coll, Félix Rodriguez Báez, Antonio Maldonado, Ricardo Alegría y otros.
En particular, la entrevista de Homar dura casi cuatro horas, divididas en ocho cintas tipo Betamax, de media hora de duración cada una, aproximadamente. La misma muestra al artista en un testimonio cándido sobre las experiencias y recuerdos de su carrera artística. Se registran múltiples datos nuevos a manera de comentarios y aseveraciones. Surgen también algunas declaraciones que, desde su punto de vista, reajustan la historia y reevalúan los acontecimientos que han pasado a ser parte de la historia oficial del desarrollo cultural del país, como, por ejemplo, el grabado Unicornio en la isla, de Lorenzo Homar. [spacer height=”20px”] El poemario de Tomás Blanco donde se encuentra “Unicornio en la isla” se titula Cuatro sones de la tierra: Cuadernos de poesías #16. Incluye cuatro poemas que fueron concebidos como letras para posibles partituras musicales. El Instituto de Cultura Puertorriqueña editó un disco con los Cuatro sones de la tierra y otras composiciones musicales basadas en poemas (Rodríguez y Sanromá).
Tomás Blanco figura como uno de los más notables poetas y escritores de la generación del 30 en Puerto Rico. Según la Dra. Margot Arce de Vázquez, Blanco nació en 1897, aunque no precisa la fecha exacta. Todavía hay debate del año y fecha oficial de su nacimiento. Arce de Vázquez comenta sobre Blanco: “Vive Blanco una vida muy suya, muy independiente, un poco bohemia si se quiere, pero con moderación y elegancia” (Arce de Vázquez).
La orientación sexual de Blanco fue un tema suprimido a lo largo de su carrera. Esto no nos debe sorprender, pues es de conocimiento público la represión, persecución, difamación y censura hacia la comunidad LBGTQ+ durante esos tiempos, la cual aún percola en nuestros días. Sin embargo, amigos y conocidos muy cercanos a Blanco han comentado informalmente sobre su homosexualidad. En cuanto a sus trabajos y escritos, al día de hoy no se ha reevaluado su obra desde una óptica cuir (queer), tal vez por deferencia, falso decoro o desconocimiento de su orientación sexual. Hay que considerar que la omisión a conciencia es también un tipo de censura.
Homar y su familia llevaron una amistad estrecha con Tomás Blanco, especialmente por ser Blanco una persona de múltiples intereses y estudios, además de ser uno de los miembros fundadores de La Casa del Libro, institución que Homar admiró y visitó a lo largo de su vida. Compartían frecuentemente, intercambiaban opiniones y dialogaban sobre asuntos culturales importantes que acontecían en el país. Blanco fue un hombre culto, graduado de medicina –aunque no ejerció esa profesión–, conocedor de historia y literatura, viajero y seguidor de los últimos acontecimientos culturales a nivel internacional. Fue desde esa amistad que Homar se animó a ilustrar el poema Unicornio en la Isla, una de sus más memorables xilografías monumentales; para muchos, la obra cumbre de la gráfica puertorriqueña.
Homar escogió ilustrar el poema Unicornio en la Isla, probablemente, por las connotaciones visuales del mismo. Si bien es conocido que la pieza ha tenido mayormente una lectura política, ¿es acaso posible que existiera alguna otra forma de interpretar el poema? La obra, realizada durante 1965, pronto tomó significado propio y fue abanderada por los defensores de la soberanía política de Puerto Rico como una alegoría a la libertad. Sin embargo, el Lorenzo Homar de la entrevista del Smithsonian ‒con la licencia que le dan sus 84 años en aquel momento‒ aprovecha la oportunidad para no dejar ningún detalle en el tintero.
En un segmento de la entrevista [cinta #7 minuto: 18:20], Homar fija su mirada directamente a la cámara y comenta: “Tomás venía (a ver el proceso de hacer el Unicornio) de cuando en cuando… siempre era… vamos… una alabanza. Pero el poema de Tomás es un poema eh… erótico. El Unicornio en la isla es un poema bien erótico”.
Más adelante en la entrevista, Homar recuerda cuando fue a pedirle permiso a Tomás Blanco para ilustrar el poema. Le dijo, resumidamente, que sabía de la naturaleza erótica del poema y de las preferencias íntimas del autor, a lo cual Blanco respondió con risas. También reitera su interés en ilustrar las estrofas que describen la isla de Puerto Rico en el poema. Lo demás es historia. Estos comentarios, hechos con firme determinación, fueron los que me motivaron a hacer “otra” lectura visual del Unicornio, una lectura de la composición hecha desde una óptica cuir.
Cuando Homar decide ilustrar el Unicornio, lo primero que hace es alterar la estructura del poema. Transforma la verticalidad de las estrofas en una configuración horizontal de las mismas, ilustrando en el medio la composición artística de la pieza. En el área superior figura el título y, debajo de este, se despliega el poema, creando una semejanza con la forma geológica de la isla de Puerto Rico. La pieza cuenta con una tipografía muy particular diseñada por Homar, pues no crea una letra arquetipo, más bien delinea el mismo estilo de letra de la imagen, dándole una soltura única e individual. Esta práctica la estudió durante su sabática en 1968 en Europa, específicamente en Alemania, donde letristas alemanes diseñan tipografías sin dibujo ni ensayo [1]. Se graba directamente en la plancha de madera. Cada letra muestra caracteres particulares en la composición. Cada letra es única.
La primera estrofa nos habla del día; la segunda, de la noche. Al principio de las dos estrofas figura la palabra “isla” como objetivo central del poema. También sobresale la palabra “amor” en ambas estrofas. Acto seguido, comienza la descripción sensorial y aparecen los primeros protagonistas: los caballos azules. Estos recuerdan la pintura expresionista Los caballos azules, de Franz Marc (Alemania, 1880-1916), reconocida generalmente por simbolizar la virilidad. También pudieran ser alusivos a sujetos masculinos disfrutando de la playa durante el día o a las olas del mar. La estrofa clausura con una visión metafórica donde se funden flora y fauna.
La segunda estrofa se enmarca durante la noche. Es por esto que Blanco menciona coquíes y careyes inicialmente, especies que salen particularmente durante la noche. Cuando comienza el segundo segmento, “Bajo los plenilunios…”, podemos percibir la antesala a la cúspide lírica del poema. Estamos bajo el efecto iluminado de una luna llena. Después de los dos puntos continúa la descripción: húmedas brisas, mágicas ensenadas, y se presenta el nombre y adjetivo, secretos matorrales. Matorrales está dividido por Homar en dos partes. Mato y rrales. Esta acción representa la intención de hacer un paréntesis, un aparte, como premonición al punto crítico del poema. En la cultura cuir, la referencia a “secretos matorrales” tiene un significado muy especial.
Históricamente y desde los comienzos del siglo XIX –cuando empieza a tomar forma la ciudad moderna como la conocemos hoy–, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo fueron penalizadas por ley. Por consiguiente, esa incipiente comunidad LGBTQ+ buscó lugares donde poder conectar íntimamente, lejos del ojo punitivo de la sociedad. Así ha llegado esta práctica heredada hasta nuestros días. Muchos, sin entender su origen, aún la condenan. Sitios como playas desiertas, parques, campos abiertos, baños en la ciudad fueron los no-lugares [2] que la temprana comunidad LGBTQ+ hizo suyos, no por elección propia, sino por protegerse de señalamientos y castigos.
La palabra “Y” representa el giro o cambio de dirección en el texto. Es como si lo que habíamos leído antes fuera simplemente la descripción del escenario donde se revelan los motivos del poema. Homar reconoce la importancia de este giro y decide ilustrar al unicornio entre las alas de la “y”. Era la oportunidad perfecta para ilustrar un unicornio imponente, victorioso, pero Homar decide hacerlo pequeño, casi imperceptible, en una reciprocidad fiel al origen del poema de Tomás Blanco. Según Blanco, el unicornio está en la maleza (manigua), entre la flora tupida adyacente al mar, esperando por el momento oportuno para su liberación.
Si miramos de cerca, vemos al pequeño unicornio enredando su cola entre la cavidad superior del artículo “el”. Propongo que, en este movimiento, Homar transforma visualmente el artículo “el” en el pronombre “él”: El verso que dice “y el unicornio en la manigua alzado, listo para la fuga…” podría interpretarse como “y él en la manigua alzado listo para la fuga…”. De hecho, si removemos el sustantivo unicornio podemos apreciar la línea de clausura de Blanco más claramente. Una vez vista mediante este prisma, su sentido es tan claro como correr una cortina y ver. La clausura del poema describe el encuentro con el unicornio / hombre. Alzado, listo, alerta, tenso son adjetivos que describen claramente la erección del sujeto, acompañado a su vez con el sustantivo fuga, metáfora que alude al clímax.
Los otros poemas de Blanco, contenidos en el libro Cuatro sones para la tierra, también giran en torno a encuentros fortuitos de una clara tensión sexual y solo uno se lo dedica a una mujer, “Querencia”. Los demás, titulados “Redondel” y “Sentimiento de olor” comunican fuertes connotaciones homoeróticas.
Entiendo que, para Homar, crear una representación fiel a los motivos de Tomás Blanco fue una labor necesaria. Mediante un examen minucioso, Homar logró en la composición de la pieza un balance pertinente entre la imagen gráfica y ciertas intenciones del poeta. Este acercamiento comprende un análisis responsable que toma en cuenta los factores esenciales para una ilustración.
Las entrevistas del Smithsonian son un testamento importante para complementar la historiografía de las artes plásticas en Puerto Rico. Tanto el arte como la literatura del siglo XX merecen interpretaciones críticas desde un marco de referencia contemporáneo. La historia oral es clave para enriquecer la historia oficial y ampliarla para un mayor entendimiento. En cuanto a Homar, podría decir que fue un observador agudo e inteligente. Lo vemos con el ejemplo del Unicornio. Su capacidad de observación trajo al plano creativo elementos que tal vez nuestra percepción no alcanzaría a ver y que las interpretaciones de este poema, según mi investigación, aún no se han considerado.
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Agradecimientos del autor: Sucesión Lorenzo Homar, Susan Homar, Laura Homar, Efraín Barradas y Joandiel Resto Aranda.
[spacer height=”20px”]Notas:
[1] Homar comenta en la entrevista que, para hacer el Unicornio, preparó un pequeño boceto primero y después hizo una aguada a tinta sobre el panel de madera donde grabaría la imagen. Las letras fueron solamente marcadas sobre el panel.
[2] Según el antropólogo Marc Augé, un no-lugar es un espacio desprovisto de identidad. Augé publicó un libro con el mismo nombre, Los no lugares, en 1992, para denominar sitios carentes de un significado específico o de un arraigo socio-cultural concreto.
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Referencias:
Arce de Vázquez, Margot. “Tomas Blanco. Ensayista: Primer Asedio.” Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, vol. VI, Marzo, 1963.
Entrevista a Lorenzo Homar. Vol. 7. Archives of American Art’s Puerto Rican Artists Video Project. Smithsonian Institution’s Latino Pool Fund. Smithsonian Archives of American Art.
Rodríguez, Luisita y Jesús María Sanromá. Canciones de Arte Puertorriqueñas 2. ICP/C-6.