Mónica Félix, Epílogo, Serie Romance Tropical (RGB), 2020.
[spacer height=”20px”] [spacer height=”20px”]Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado
y las palabras no guarecen, yo hablo.
—Alejandra Pizarnik, 1968.
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Un romancero es la compilación de un repertorio literario de romances, una práctica común desde el conocido como “siglo de las innovaciones”. El romancero, o la romancera, como persona, se encarga de cantar, declamar y recitar estos escritos. Romance Tropical (1934) es la primera película sonora realizada en Puerto Rico, la cual expone la historia de dos romances: el de Carlos con Margarita, hija de una familia con gran poder alto adquisitivo y, el otro, el de Carlos con Alura, la hija de un cacique y una mujer blanca de la Isla de Mú. Ernestina, Margarita, Raquel, Alura y Carlos suben a una escena virtual, cuyo libreto original es intervenido y desmantelado a través de la producción artística de la artista Mónica Félix, en un proyecto desarrollado a lo largo de siete años de trabajo. En él, Félix se pone el sombrero de romancera y nos declama, a través de la red, el Romance Tropical 2020. Adentrarse en este repertorio visual construido por la artista supone apreciar nuevas formas de desmantelar narrativas tradicionales, a través de representaciones desde la producción fotográfica y el video performance. Además, Félix nos invita a reflexionar sobre internet como espacio público de exposición, cuestionando también lenguajes colonizadores que se evidencian a través de la relación entre subtítulos y diálogos originales. Recientemente, conversamos con Mónica Félix sobre este proyecto, tan dilatado en su desarrollo, a lo cual se le suman otros asuntos de particular interés en su producción artística.
Paula María Arribas: ¿Qué deberíamos conocer de ti antes de conocer Romance Tropical 2020?
Mónica Félix: Nací y me crié en Puerto Rico, pero actualmente estoy viviendo en Nueva York, desde hace diez años y un poquito más. Nunca fue mi intención quedarme tanto tiempo, pero entre una cosa y otra, aquí estamos todavía. Me considero artista interdisciplinaria porque trabajo la fotografía, el video y digo performance porque mi trabajo es bien performático. Yo soy mi propio vehículo y de esa manera, mi sujeto.
P.M.A.: ¿Encuentras interés en la instalación? ¿Desde hace cuánto trabajas este medio?
M.F.: Desde el primer momento en que comienzo a practicar arte. Crear un set, por ejemplo, es una instalación, creada en un espacio en cuestión. Me gusta pensar en los objetos, de hecho, la primera pieza de arte contemporánea que yo vi que me impresionó muchísimo fue una instalación de Pepón Osorio.
P.M.A: ¿Cuál fue?
M.F.: La escena del crimen (2003). Me acuerdo de este momento, yo era teenager cuando la expusieron en el Sagrado Corazón y mi mamá me llevó de Cayey a verla porque lo vio en el periódico. Me acuerdo de ese momento de haberla visitado y yo, tratando de explicarme el por qué eso estaba allí o cómo eso había llegado ahí. Esta persona vino y se imaginó esto que pasó y buscó todos estos objetos y los puso aquí. Es una manera interesante de pensarlo.
P.M.A: ¿Cuál ha sido tu preparación académica y artística?
M.F.: Estudié en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, en la Escuela de Comunicación. Me gradué en Comunicaciones en el 2006, de ahí empecé a trabajar en una agencia de publicidad en San Juan y eso… como que no fluyó. Me fui a los siete meses. Ahí fue cuando vine a Nueva York, por primera vez a estudiar fotografía en Pratt Institute Manhattan. Hice fue una certificación de un año y eso fue suficiente como para empezar mi carrera como fotógrafa profesional, en el área de la fotografía comercial. Paralelamente a eso, siempre estaba trabajando en algún tipo de expresión artística creativa. Primero fue la actuación, que me interesaba desde muy pequeña, y luego me di cuenta de que no era lo que quería hacer, pero eso sí se quedó conmigo. En mi trabajo performático hay mucha actuación o personificación de lo que yo pienso, que son esquinas de mí.
P.M.A: ¿Continuaste estudiando después de la certificación en Pratt?
M.F.: Después de esos estudios, regresé dos años a Puerto Rico. Trabajé en producción de cine por un tiempo, haciendo fotografía de audición entre otras cosas. Entonces surge la oportunidad de exhibir mi trabajo en Pratt en el verano del 2010, y desde entonces he estado trabajando entre Nueva York y Puerto Rico. En el 2018 me aceptaron en Columbia University, en un programa de Artes Visuales interdisciplinario. P.M.A.: ¿Compartes los temas que abordas en las instalaciones con los que exhibes en la fotografía o performances?
M.F.: Sí, siento que todo es parte de pues todo empieza desde la identidad. Si yo pudiera representar la identidad de las tensiones que hay entre las cosas que yo hago y mis decisiones, vivir en Nueva York, vivir en Estados Unidos… Viviendo en el país que, por décadas muertas, ha jodido mi país. Este tipo de situaciones no las puedo ignorar. Entonces están las tensiones de ser mujer, de ser puertorriqueña, de ser puertorriqueña de tez clara, por ejemplo. Empecé también un proyecto acá que se llama Oh, You Don’t Look Puerto Rican. Al principio era bien fuerte cuando me decían eso, y pensaba: “Wow, ¿cómo se supone que se ve un puertorriqueño?”.
P.M.A.: ¿Normalizaste esa actitud?
M.F: No lo he normalizado, I don’t think so. Escojo los momentos en los que son de educación. Cuando te vas fuera de Puerto Rico, de momento te conviertes en una ambassador of Puerto Rico, no matter what. Sucedió el otro día, que una mujer estadounidense me dijo que “allá en Puerto Rico la tienen super mal.” Una persona estadounidense que te dice eso y tú lo que quieres es decirle bueno, allá es la misma situación que acá, porque la situación de Puerto Rico es la situación de Estados Unidos, fyi. It’s our problem.
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P.M.A.: ¿Es ahí donde nace tu proyecto sobre Romance Tropical?
M.F.: En 2013 me puse a buscar información sobre las primeras películas de Puerto Rico, que fueran de temas específicos, históricos, por ejemplo. Encontré que existía esta película, me sorprendió bastante que yo, en mis estudios en la Escuela de Comunicación nunca lo había escuchado. Empezó a despertar mi interés y dije “vamos a ver la que hay”. Fui al Archivo General, y en un folder pequeño (en aquel entonces así era), encontré fotocopias e imágenes, las referencias mínimas. Se mencionaba como la primera película sonora que se hizo en Puerto Rico y parecía una película perdida. Cuando leí el argumento, me interesó más aún y ahí fue que empezó.
P.M.A.: ¿Cómo evoluciona entonces hasta que haces el website? ¿Se convierte en parte de tu tesis?
M.F.: No, mi tesis es otro trabajo. ¡Le he dedicado tanto tiempo a terminarlo que casi es como una tesis! He trabajado en ella desde 2013 a 2020, siete años, es bastante. Recopilé toda la información que pude, con imágenes, entrevistas, por ejemplo, el hijo de Juan E. Viguié, que fue el director. También con la ayuda de Roberto Ramos Perea, Marisel Flores-Patton, Naida García-Crespo, Á.R. Vázquez Concepción, Pedro Doreste y Dalina Perdomo-Álvarez.
P.M.A.: ¿Cómo ha sido la acogida de los diferentes públicos de la comunidad artística, como la de Estados Unidos y la diáspora puertorriqueña?
M.F.: Me gustaría poder decirte que he tenido más conversaciones críticas sobre esto, pero no, y las quisiera. Mi propuesta ha sido partir de la rama de la película original que yo encontré y contar el mismo cuento desde la perspectiva de las mujeres, o mejor dicho, de una mujer porque lo convertí en un proyecto de autorretrato. Pienso que el proyecto ha recibido mucho apoyo, desde el primer día hasta que conseguí una copia de la película. Puerto Rico todavía no tiene una copia de la película y es importante recalcarlo. Eso es parte de la razón por la que subí la película completa en el website y por la cual utilice ese mismo material para un epílogo.
P.M.A.: Pienso que eso es también parte del feedback de volver a las representaciones visuales que nosotros no tenemos o que, si las tuvimos, han desaparecido…
M.F.: Eso importante para mí. Claro, yo hice lo mío, que fue hacer una versión a color de la película.
[spacer height=”20px”]P.M.A.: ¿Esa fue una decisión estética o tuvo otras motivaciones?
M.F.: Yo terminé los retratos en blanco y negro en diciembre de 2016. Cuando daba el proyecto por acabado, tres meses después, mi amigo Marlo Daniel me escribió que estaban anunciado la película encontrada en UCLA por Twitter. Pienso que sabían hace tiempo que estaba ahí. Conseguí ver la película, y obtener algunos stills y música de la misma. Justo cuando el Instituto de Cultura se propone presentarla llega el Huracán María a Puerto Rico. Hasta el día de hoy solo se ha presentado al público en UCLA en noviembre del 2017. Para propósitos de culminar mi proyecto pedí la película prestada a UCLA, pero no me la quisieron prestar.
[spacer height=”20px”]P.M.A.: ¿Cuál fue el argumento de UCLA para denegarte el acceso?
M.F.: Entendí por su respuesta que no tenían los derechos de la película como para prestar una copia. Pero, siendo la película puertorriqueña y siendo puertorriqueña quién solicita una copia ¡es nuestro legado cultural! Desde que la vi, me impactó mucho la trama, me chocó que eso lo escribió Luis Palés Matos, y él es un poeta tremendamente celebrado en Puerto Rico. El libreto original está en Nueva York y leerlo fue fuerte. Me pregunté cómo se sentiría un puertorriqueño cuando vio esa película en su estreno en el 1934. Hecha en Puerto Rico y todos los puertorriqueños en la película son blancos y colonizadores. Se basa en riquezas, en jerarquías. Las personas de color en esta película se representan como “salvajes”, son peligrosos y violadores. Estas representaciones son evidentes, lo cual me lleva a pensar en la cinta de la película como un objeto que viajó desde los 1930, cuando se “perdió”, hasta el 2017 cuando se “encontró.” Hoy vemos esa película de manera muy diferente, ya sea por la tecnología, ó por nuestras percepciones. Hoy día, el proyector digital mezcla tres colores de luz, rojo, verde y azul, para hacer blanco y negro, y lo que hice con mi cámara fue captar ese proceso, agudizando la velocidad con la que estoy captando. La película ya está colorizada en el futuro, pero nosotros no lo estamos viendo por la velocidad.
P.M.A.: Impresiona esa manera en que se representa a los puertorriqueños, y más en estos tiempos…
M.F.: En la versión de la película que subí para la exhibición, puse todos los subtítulos originales en inglés que están en el libreto original de Luis Palés Matos. Por esa razón es que tiene typos, pero es que yo decidí que no iba a intervenir en nada: así es que están en el libreto. Hice una segunda versión en respuesta a la película original que es la colorizada.
P.M.A.: ¿Cuáles son tus próximos proyectos, Mónica?
M.F.: Ahora mismo trabajo en un proyecto sobre el proceso de la migración, el hecho de ir de un lugar a otro con el cambio de las estaciones, del desplazamiento. A eso le he dedicado diez años de mi vida. Estoy pensando en los procesos que también surgen dentro de una misma, que se sienten como diferentes versiones de una sola persona, que se desarrollan dentro de ese proceso del vaivén, entre Puerto Rico y Nueva York. Reflexiono sobre qué es lo que pasa en ese proceso y también en cuáles son los elementos del viaje. Es una versión que va paralela a la historia original de la sirenita de Hans Christian Andersen, que es una historia trágica, y con la que siempre he tenido una conexión desde que era pequeña. Estoy usando ese eslabón y estoy un poco “colonizando” ese texto, a través del español y el Caribe. Estoy pensando en el trayecto a través de los años y del movimiento, de las cosas, del mar, así que va por ahí. Eso viene por ahí.
P.M.A.: Con esto del mar, del vaivén, de lo que es la migración, a veces, cuando unx artista ya deja de producir en Puerto Rico y produce desde otro espacio geográfico, ya son catalogadxs “de la diáspora”. ¿Te sientes como una “artista de la diáspora”. ¿Hay alguna diferencia entre la recepción de tu producción en Puerto Rico y la que obtienes en Nueva York?
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M.F.: Siempre he tenido gran amor por la diáspora en Estados Unidos, especialmente en Nueva York, porque esta ha sido la manera más rápida de tener acceso a mi cultura, obviamente. Aún no me considero diáspora como tal, porque no tengo asentamiento. Esta es la primera vez que no voy a Puerto Rico en verano. No estoy allá desde enero este año y me fui cuando estaban pasando los temblores. No encontraba cómo irme. Yo siento que la diáspora tiene asentamiento y tiene raíces. Me parece interesante que me hagas esa pregunta porque yo no tengo esa percepción de mí todavía. Aquí yo no tengo hijos –bueno, tengo dos gatos–. No tengo raíces acá que me hagan sentir que soy diáspora, pero estoy en ese in between, y desde ese lugar sí estoy hablando.
P.M.A.: Es muy curioso tu comentario. A mí siempre me gusta hacer estas preguntas porque catalogar algo diásporico, para mí, a veces es problemático. Y por eso siempre pregunto al artista. Parece que si te vas de Puerto Rico, te vas de la historia del arte de Puerto Rico. Hay que entablar y reconocer ese trabajo que viene desde allá. De acá para allá y de allá para acá.
M.F.: Completamente. Yo, por lo menos, nunca he dejado de pensar en Puerto Rico como un escenario primordial. No sé si eso vaya a cambiar en algún momento. Por ahora, no. Siempre ha sido Puerto Rico. Si no lo estoy accediendo físicamente, lo estoy accediendo de otras maneras.
P.M.A.: ¿Quisieras agregar algo para concluir?
M.F.: ¡Gracias por preguntarme! En Puerto Rico me gustaría ver más que la comunidad artística fuera una comunidad como tal, no tanto como diferentes islas. Se beneficiarían también otros artistas que no están en el área metro. Yo no soy del área metro, soy de Cayey. Se debe reconocer con más énfasis a artistas que no están necesariamente en San Juan, en un proceso así como desmetropolizar el arte. Creo que también se debe enfatizar la mirada hacia el desplazamiento y la diáspora. Es importante verlo como parte propia de la historia del arte de Puerto Rico, y no debería estudiarse en exhibiciones aparte.
P.M.A.: Sí, como un arte del desplazamiento.
M.F.: Eso es lo que yo pienso. Es más pertinente con lo que muchísimos artistas y yo hacemos, también como representación de lo que es ese desplazamiento.
A propósito del montaje
La conversación recién expuesta tuvo lugar de manera virtual, no solo debido a la distancia geográfica, sino también a causa del aislamiento que ha provocado la actual pandemia. Desde hace cinco meses, he visto más de treinta exposiciones virtuales, cuya modalidad consiste en generar un simulador de un espacio expositivo y navegarlo con las teclas de tu dispositivo de preferencia. Por su parte, Félix narra visualmente la historia dentro de la historia. Al acceder al espacio virtual en el que el proyecto se asienta, se aprecian tres divisiones. En primer lugar, el prólogo; después, Ernestina y Raquel; y, por último, el epílogo. Estas divisiones nos introducen a la narrativa que Félix pretende mostrar y a la vez desmontar. El prólogo nos introduce a la producción original de la película y nos muestra fotografías de la pre y la posproducción. La artista incluye fotografías de la publicidad, de escenas, del libreto original de Luis Palés Matos, los cuales nos adentran en la visualización de la producción de los años treinta, y con los que Mónica Félix nos presenta la historia que a continuación ha de desmontar. La película misma, la representación de los puertorriqueños y la película a través del imaginario de la artista son parte imbricada de la historia de este Romance Tropical 2.0, como me gusta llamarle con cibernético afecto.
[spacer height=”20px”]La relación de los medios
Además, el proyecto se enriquece a través de los elementos visuales que la artista utilizó para su exposición virtual. Desmenuzando el contenido, este lenguaje serviría como códigos de computación: palabra-imagen-video/performance-fotografía-video/performance-palabra-película original-película RGB-imágenes RGB. Así, la palabra, a través de párrafos que introducen la sección, la imagen a través de las fotografías que sirven como las ilustraciones de un libro, el video a través del videoperformance de Félix que nos muestra la reacción del lector ante la historia, y así sucesivamente. El espacio virtual en el que todos los días accedemos, por múltiples razones, se convierte en un espacio con muchas intenciones que cuestionan las representaciones de los puertorriqueños en el mundo del cine.
[spacer height=”20px”]Su contenido: filme, Ernestina y Raquel
(Meaningless words uttered by savage group)
Los subtítulos siempre han conformado un lenguaje aparte. Cada una de las traducciones componen otra manera de ver y relacionarse con los filmes. El libreto original lo escribió el aclamado poeta Luis Palés Matos y en ese libreto también se encuentran traducciones al inglés. Félix, al publicar en línea el filme original de Romance Tropical, también incorpora los subtítulos que Palés Matos redactó. La frase “Meaningless words uttered by savage group” introduce una de las partes del filme. Esta escena de desmonta en varios elementos: un hombre blanco, heterosexual, de alguna isla donde se habla español, emprende un viaje en barco, llega a una isla con población afrodescendiente y se enamora de la hija de quien, presumimos, es un cacique. “Meaningless words uttered by savage group” es un elemento que expone esas complicidades e ideas que se pierden en las traducciones.
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Sobre Romance Tropical 2020: Ernestina y Raquel
Mónica Félix se aventura en este proyecto en una especia de misión arqueológica que le ocupa siete años. Este expone la manera sistemática de representar al puertorriqueño, blanco o negro, en las películas. Una de las protagonista es Margarita (interpretada por Ernestina Canino), una joven blanca adinerada que vive bajo el regazo de los enojos de su padre. La otra es la salvaje, Alura (interpretada por Raquel Canino), la hija del cacique de la isla. Félix rescata y responde desde el lenguaje del cuerpo, un cuerpo que originalmente se veía racializado. Ella se adueña del discurso visual y logra desmontar la narrativa. Entre ambos, existen varios puntos importantes, que le aportan riqueza al desmantelamiento de la narrativa. El primer video, de unos 4 minutos de duración, titulado Escena de fantasía | Ernestina, muestra un diálogo entre el deseo, el tacto y las sombras. Las fantasías son reproducciones por medio de imágenes de cosas pasadas, lejanas al sujeto. ¿Qué desea Mónica a través de Ernestina? ¿Qué desea Margarita/Ernestina a través de Mónica? Las sombras funcionan como esos subtítulos del filme original: aportan otro lenguaje, inaccesible, complementario, pero con gran fuerza visual. Aparte del video, el proyecto se compone de fotografías en blanco y negro, que aportan una peculiar escenografía de la versión 2.0 de Romance Tropical. Estas imágenes componen el repertorio visual de una mujer adinerada, de su ropa, del interior de la casa y de la losa del piso, que son protagonizadas por la misma artista. La parte titulada Escena de muerte| Raquel responde a la historia original de Alura. En el filme original, ella muere tratando de escapar de la isla para conocer la isla de su madre y de su novio, ambos blancos. De fondo, se escucha calabó bambú-bambú, un fragmento del poema Danza Negra, de Luis Palés Matos, en el que se hace un recuento de esas tierras rojas, islas del betún. Este video performance presenta un movimiento, un desplazamiento, un ritual de paso, donde el mar, junto a las fuerzas acuáticas de las deidades afrodescendientes, se convierten en la bienvenida a la otra vida de Raquel.
Las recreaciones de filmes no siempre funcionan –bueno, quizás para mí—, pero el Romance Tropical de Mónica Félix (2013-2020) se adueña de una historia y de su narrativa, y logra desmantelarla desde una óptica visual, estética y racial, agregando un nuevo significado a los lenguajes sagrados de la representación sistemática de los puertorriqueños en los medios visuales. Incluyendo el filme original, la artista demuestra el compromiso de visibilizar el patrimonio puertorriqueño, apoyándose en el poder de la red por acoger ese público global que forma parte de ella. No importa cuántos tejados se vuelen, como anunciaban los versos de Alejandra Pizarnik. Hay espacios para reinventar el lenguaje social, el estético y el geográfico. Gracias también, Mónica, por hablar.
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Romance Tropical, de Mónica Félix, puede visitarse virtualmente en el siguiente espacio.
El proyecto se despedirá con un evento final transmitido a través de Zoom con todos aquellos que han colaborado en el mismo, el 13 de septiembre a las 7:00PM EST. Más información en la página web de la artista: http://www.monicafelix.com/