José Ballester, Proporción oscura, 2020.
El activismo es una práctica enérgica y recurrente en el arte contemporáneo, particularmente cuando se trata de vertiente política discursivo. De igual interés es el activismo comunitario que convierte el arte en una herramienta directa de cambio social. Nombres internacionalmente reconocidos en la fórmula “arte más activismo” son las Guerrilla Girls y Ai Wei Wei, artistas que recurren a la crítica social en sus discursos artísticos. En el contexto local, podemos pensar en los murales del Colectivo Moriviví o en los proyectos de Chemi Rosajo Seijo en El Cerro y La Perla Bowl, por mencionar algunos. Entre muchos otros, estos artistas utilizan el arte para impactar diversos sectores sociales: algunos a la comunidad artística, otros a la esfera política y otros a la ciudadanía marginada. Sin embargo, en Outside the Bubble, el artista José Ballester se centra en quienes viven al margen de los marginados: las personas sin hogar.
Las figuras del mendigo y el vagabundo tampoco son ajenas a la mirada del arte; es un tema que aparece en grabados de Rembrandt y pinturas de Tufiño y que, sin embargo, a menudo se limita a ser el tema de un estudio del “otro”: una persona que está presente en nuestra realidad, pero no es parte de nuestro mundo. Pero más allá de la evidente precariedad en la que transcurren los días de estas personas, Ballester retrata sus interacciones, su descanso, su cotidianidad, su vivir. Pero retratar y simbolizar la vida de los ignorados no le ha parecido suficiente al artista, así que el proyecto evolucionó hacia una plataforma comunitaria mediante la cual visibilizarles y darles una mano.
La primera serie fotográfica que trabajó Ballester en 2019 se divide en dos conjuntos: uno colorido y editado a computadora y otro que consiste en fotografías en blanco y negro. En el primero las personas sin hogar son protagonistas de una transformación digital que llena sus entornos de colores vibrantes, efectos artificiales y elementos añadidos que remiten a un estado de conciencia alterada. No hay que ser experto en temas de salud para comprender que la complicada situación de vida que atraviesan estas personas en muchos casos está ligada a problemas de salud mental, dificultades sociales o enfermedades físicas. De este modo, Ballester nos ofrece un atisbo de la realidad en la que viven las personas sin hogar: quizás con sueños lúcidos, algún momento de color mediante el uso de sustancias o entre los estragos de batallar con su propia mente. Más allá del estigma de las adicciones y de la culpabilidad que la sociedad impone sobre sus hombros, vemos en las fotos del artista las alas truncadas de personas a las que no se les ha brindado la ayuda que necesitan.
El segundo conjunto de esta primera parte del proyecto se aleja del simbolismo para adentrarse en el retrato psicológico. El blanco y negro nos recuerda, someramente, la serie In the American West, de Richard Avedon, no en las poses ni el fondo blanco que empleó el fotógrafo estadounidense, sino en esa búsqueda de la personalidad de los retratados. Sin embargo, a nivel compositivo, la serie de Ballester se acerca mucho a las fotos del Nueva York de los años 40 retratado por Lou Stoumen. Esas similitudes no implican que estos fotógrafos hayan influenciado de forma alguna a Ballester, sino que resulta curiosa la afinidad entre artistas de épocas, lugares y condiciones sociales distintas, a la hora de enfocar su lente hacia “el otro”. En este tipo de fotografías existe un cierto reconocimiento de la otredad, una validación de su existencia, un alto a esa actitud deliberada que tenemos de ignorarles para no cuestionarnos la relación social que tenemos con estas personas, o para huirle al miedo de terminar en una situación de vida como la que ellos sufren.
A diferencia de Avedon y Stoumen, Ballester ha tenido experiencias de vida que lo remueven de la posición de espectador distante y le permiten hacer una especie de observación participativa cuasi-antropológica. Quizás por esto, la fuerza de sus fotografías radica, más que en la técnica y la composición, en el momentumde cada imagen. En una foto, la persona retratada es casi una silueta a contraluz en un paraje urbano, diurno y solitario; en otra hay objetos que estorban en el primer plano, mientras se enfoca al protagonista absorto en sus pensamientos –¿o será cansado de tanto andar?–. En varias otras tomas, el movimiento de escenas nocturnas alumbradas a farol provoca que toda la composición sea borrosa e imprecisa, aunque se reconocen interacciones entre dos o más personas… la vida continúa aún en las noches frías sin un techo en el que resguardarse.
Dado que Ballester ha trabajado con las personas sin hogar durante algún tiempo, comprendió que a ellos les afectarían mucho más duramente que al resto de la población las medidas tomadas por el gobierno de Puerto Rico para controlar la pandemia del Covid 19. Si bien el artista ha logrado, hasta cierto punto, visibilizar a estas personas frente a una sociedad que diariamente los ignora, este tipo de activismo social quedó relegado a un segundo plano cuando el planeta entero se encuentró en estado de emergencia ante una amenaza de salud. De este modo Outside the Bubble desembocó en una movilización del artista para atender la necesidad más básica del ser humano: el alimento. El activismo de Ballester no se limitó al discurso artístico, así que se lanzó a repartir alimentos a los sin-techo por cuenta propia, durante las primeras semanas del toque de queda en Puerto Rico, en marzo pasado. Cuando la esposa del artista, la reconocida escritora Mayra Santos Febres, tuvo conocimiento de esta iniciativa, decidió darle voz en las redes sociales, provocando, inesperadamente, que otros se unieran. De este modo, un proyecto artístico desarrollado en varias fases, casi espontáneamente, se encontró con una buena dosis de empatía en momentos de necesidad colectiva y con el espíritu del puertorriqueño consciente de su sociedad. A esta buena obra, Ballester la ha titulado Fuera de la burbuja II, y es un acto distinto al apretar el botón de una cámara para congelar una escena. Se trata de una acción directa que no captura, sino que crea un momentum, uno muy diferente al de la serie anterior, uno que nos invita a ver a las personas sin hogar como lo que son, fundamentalmente, más allá de los estigmas: seres humanos con los mismos derechos y dignidad que nosotros. Aunque esta obra se relaciona directamente con el trabajo de Ballester, quizás ya no sea arte, lo trasciende. Es algo más.
El cuerpo de los trabajos recientes de José Ballester puede apreciarse digitalmente en su cuenta de Instagram, @ballesta_9, y en su sitio web www.ballesta9.com, donde también es posible realizar donativos para continuar la labor social de Fuera de la burbuja II.